A Ghost Story

Siguiente entrega de la antología «Esto lo contamos entre todos», que surgió como una manera de dar voz al subconsciente de todos aquellos que, durante la cuarentena que comenzó el 15 de marzo de 2020, se prestaron a participar en este experimento.

El resultado de ese esfuerzo fue un compendio de cuarenta y cuatro variopintos relatos de diversos géneros —desde comedia o drama, hasta ciencia ficción, realismo mágico o terror—, que crecían y se imbricaban poco a poco, conectándose entre sí para formar un universo complejo y orgánico en torno a los conceptos de pandemia, cuarentena y encierro en sus sentidos más amplios, pero con la suficiente entidad propia como para ser intemporales.

 

En esta ocasión, el reto pasaba por introducir la premisa «Si nadie nos ve, nadie nos habla y nadie nos toca, ¿existimos?», propuesta por @Erikagonzalezlp, dentro del cuerpo del relato. La premisa deja entrever el grado de despersonalización que sufrimos mientras veíamos pasar los días sin tener contacto con otro ser humano. Por desgracia, no es una sensación que haya desaparecido por completo…

¿Te sientes identificado?

A Ghost Story

La opresión de paredes silenciosas palpita en tus sienes como una mala jaqueca. Oyes los aplausos al otro lado del muro, anhelando un abrazo que no llega, una palabra de consuelo, una caricia que ya apenas recuerdas.

Pero callas, siempre callas porque no quieres molestar, ni sentirte vulnerable; porque odias no estar a la altura de la imagen mental que te has construido sobre cómo deberían ser las cosas.

Es una soledad extraña, dentro de la propia soledad del día a día, donde tu única ventana al mundo es virtual y artificiosa. Donde importa más lo que aparentas que lo que sientes en verdad.

Todos se fustigan por verse obligados a un aislamiento que para ti ya se había convertido en rutinario, y te cuestionas si toda tu vida no es más que una cuarentena indefinida.

Te has acostumbrado a vivir fuera de foco, y el mundo entero da un respingo cuando dices una palabra más alta que la otra, reduciendo tu opinión a una mera anécdota sin importancia, una gracieta transitoria a la que no hay que prestarle mucha atención.

Y tú lo asumes, porque ya lo has integrado en tu ADN, aislándote del mundo sin que nadie se dé cuenta. Llega un punto en el que tienes miedo hasta de defender una opinión, de alzar la voz para gritar que tú también estás ahí, que vales para algo, porque sabes que inmediatamente llegará el recochineo, la ironía, el paternalismo y el sarcasmo. O peor aún, la ignorada por respuesta.

Porque a veces, la soledad es más profunda en una sala llena de gente. En una fiesta de instituto donde están claros los roles y tú no encuentras tu lugar. Donde el quarterback dice cómo son las cosas y su séquito le aplaude, aunque las cosas no sean así en absoluto. Donde los raritos hacen piña en un club al que no te han invitado y donde hasta los ojos de los repetidores te pasan por encima mientras buscan la próxima cabeza que meter en el retrete.

Entonces te conviertes en un fantasma sin presente, lastrado por el peso del pasado, que estira los dedos hasta hacerse daño en los tendones para alcanzar un futuro cada vez más alejado. Pero ahí sigues, luchando por recorrer un camino de baldosas desgastadas.

Tu silueta se desvanece como la de Marty justo antes de arreglar el estropicio con sus padres. Y entonces, con la mirada clavada en el techo de tu cuarto, te preguntas: Si nadie nos ve, nadie nos habla y nadie nos toca, ¿existimos realmente?

Un relato de Fernando D. Umpiérrez

A partir de la premisa de @Erikagonzalezlp:
«Si nadie nos ve, nadie nos habla y nadie nos toca, ¿existimos?».

«Esto lo contamos entre todos». © Todos los derechos reservados.

Banda Sonora Opcional: Breaking Down – Florence + The Machine

Publicado por Fernando D. Umpiérrez

Guionista, escritor, superviviente y tan biólogo como médico el Gran Wyoming. Un soñador empedernido encerrado en el cuerpo de un pragmático redomado. Observador impasible de realidades alternativas. Ahora sobrevivo como guionista de fortuna. Si buscas alguna historia y no la encuentras, quizás puedas contratarme...