Un país de maravillas
Los edificios pasaban a su lado de manera vertiginosa, al otro lado del cristal de un tren con destino a la rutina. Un puñado de carcasas para historias de ladrillo y hormigón, cuyo corazón había cambiado tanto con el tiempo, que ya era prácticamente irreconocible. Imposible de identificar con el rictus de su fachada, elegante, vetusta y orgullosa. Justo lo que sentía su alma atormentada.
[pullquote]Grandes edificios de una ciudad que gritaba a los cuatro vientos una identidad difuminada en un millar de culturas, dejaban paso a construcciones nuevas, modernas y de una fealdad insultante.[/pullquote]
Grandes edificios de una ciudad que gritaba a los cuatro vientos una identidad difuminada en un millar de culturas, dejaban paso a construcciones nuevas, modernas y de una fealdad insultante. El progreso lo llamaban.
A su lado, Alicia se miraba las uñas como lo haría un chico, pensativa, escuchando alguna canción que le hiciese soñar, ajena muchas veces al mundo que le rodeaba, pero siempre entregada a una causa ajena antes que a la propia. Siempre fue una chica muy especial.
Ches, llevó la mirada desde las casas y oficinas hacia el perfil de Alicia, medio cubierto por su cabello largo y alborotado, y sonrió pensando en las horas de conversación muda, de abrazos y bobadas, muchas veces con una cerveza en la mano. Dos incomprendidos intentando arreglar un mundo incomprensible. Recordó cómo se habían conocido, los buenos y malos momentos y lo que habían aprendido el uno del otro tras tanto tiempo, y su risa se hizo tan intensa como la del gato del cual recibía su nombre, gracias a unos padres con demasiado sentido del humor.
Alicia se giró entonces y sonrió ligeramente desconcertada, como hacía siempre que sus miradas se encontraban, intuyendo ambos el pensamiento del otro, pero sin atreverse nunca a decirlo en voz alta, aunque con los labios ligeramente fruncidos, como meditando si dejar o no salir las palabras. Sin abrir la boca, ella le pasó uno de los auriculares, apoyó la cabeza en su hombro y poco a poco fue quedándose dormida.
Un relato de Fernando D. Umpiérrez
Banda Sonora Opcional: Pop music of the future – Say Hi (To Your Mom)