Regreso a (mi) futuro
Fernando D. Umpiérrez el 30 de noviembre de 2017
Hacía ya mucho tiempo que no escribía nada en las páginas de esta bitácora electrónica de mi historia creativa.
Cinco meses, señor.
¿Cinco meses ya? Madre mía cómo pasa el tiempo…
Bueno, el caso es que en estos cinco meses no es que haya estado precisamente ocioso, pero creo que merece la pena hace un pequeño resumen y un anticipo de lo que me deparará el futuro.
Si te interesa, atrévete a echar un vistazo…
¿Como, pero aún sigues aquí? Sí que eres terco, muchacho…
En fin,…pues algo tendré que contar…
En primer lugar permíteme que me disculpe. Yo, como buen español aprecio la comodidad de la rutina diaria y lamento profundamente haberte privado estos meses de esa seguridad de lo familiar, de la tranquilidad de mi particular monótona publicación semanal. Créeme si te digo que a mí me gusta tanto como a ti…Por eso he pensado que podríamos conmemorar este…¿30 de noviembre? (un día que es lógico que nadie recuerde) tomándonos cinco minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco. Bueno, en realidad para contar mis movidas de los últimos cinco meses y que tú las leas si te apetece o me mandes al carajo.
La verdad es que han sido meses ajetreados y muy intensos, producto de una época de sequía creativa e inercia vital a la que necesitaba poner fin. Después de elegir una vida, elegir una carrera y un desempleo grande que te cagas, de elegir probar opciones que me embotaban el cerebro y morir en vida mirando la hoja en blanco que había elegido para sustituirme necesitaba alejarme de todo eso. Mi vida estaba deambulando por la ciudad sin rumbo y cada vez había más posibilidades de encontrarme con un callejón sin salida o terminar sumergido en una vida gris, intentando opositar por un puesto de funcionario en la hacienda pública. Pero lo siento, yo no soy opositor, no quiero gobernar mi vida con hipocresía, ni defraudar a nadie. Los seres humanos no somos así.
En ese momento, la fortuna y dos grandes amigos aparecieron en mi vida y confiaron en mí para afrontar sendos proyectos de guion, uno de cómic y otro de un corto bastante ambicioso. Eso despertó una chispita que jamás hubiese imaginado: La de encauzar mi carrera profesional al mundo audiovisual.
Llevo muchos años escribiendo relatos cortos, pero siempre había echado en falta una materialización de mis escritos, llevarlos a un nivel diferente. Poder apoyarse en las imágenes para contar historias abrió un sinfín de posibilidades con las que no contaba y me sentí inmediatamente seducido por la forma de escribir guiones (que me costó tiempo y esfuerzo desentrañar). Pero era consciente de que no podría afrontar esta empresa en solitario. Necesitaba formarme, entrar en el mundillo, buscar ayuda. Era algo que en aquel momento no podía afrontar anímica o económicamente, pero si aquel avión despegaba sin mí sabía que lo lamentaría. Tal vez no ahora, tal vez no hoy, ni mañana, pero más tarde, toda la vida. Y si me daba el batacazo,…siempre me quedaría Canarias. Gracias a mi familia, a la que estaré enormemente agradecido, pude siquiera plantearme la posibilidad de iniciar una nueva aventura, que implicaba mudarme a Madrid a cursar un Máster en guión cinematográfico en la escuela Factoría del Guion.
Los comienzos no fueron fáciles, ciertos problemas de salud se juntaron con la muerte de mi querido Eru (que siempre tendré en mi corazón) y las dificultades extremas para buscar piso en Madrid en agosto no ayudaban en absoluto. Y créeme cuando te digo que he visto cosas que no creerías. Atacar el portal Idealista y dejar mi móvil en llamas para poder ver una simple habitación. He visto pedir 850 euros por un estudio al que no le entraban ni los rayos C, ni los del sol, cerca de la Puerta de Toledo. Lo bueno es que todos esos momentos no se perderán en el tiempo, porque bastante di el coñazo en Facebook y Twitter al respecto… aunque sí que solté alguna que otra lágrima y me pilló una buena lluvia. Pero bueno, es hora de dejar de fliparse, que aunque tenía bastantes cosas en contra, sentía que mi vida al fin se convertía en un vector con un sentido y una dirección claras, aunque el módulo no fuese aún todo lo largo que quería. Pero ahí seguía, en la lucha.
Por suerte, la cosa fue mejorando. Encontré piso al fin y comencé el curso, así que mi vida en Madrid arrancaba al fin. Lo cierto es que el curso está siendo incluso mejor de lo que esperaba. Los compañeros son geniales y provenientes de las más variopintas ramas, nacionalidades y edades, lo cual me tranquiliza y me enriquece de formas a las que me había desacostumbrado bastante al estar en una dinámica isleña bastante estática. Es increíble lo sencillo que es desacostumbrarse a relacionarse con la gente. Y los profesores y materias son a cada cual mejor, poniéndome continuamente a prueba, obligándome a trabajar y a escribir constantemente y a enfrentarme críticas (siempre constructivas) y retos de lo más interesantes. Además, he tenido la enorme fortuna de acceder a multitud de eventos relacionados con el cine o con el guion que han despertado las ganas y el optimismo a partes iguales. El caso es que estoy muy contento con una decisión de la que jamás me arrepentiré, pese a lo complicado que es vivir en una gran ciudad a todos los niveles (pronto empezaré a contar judías como el pianista para pagarme una cerveza).
Pero si de algo he aprendido al dar este paso y lanzarme a la aventura, es a ser consciente de que mis propios límites están mucho más lejos de lo que imaginaba, a perder el miedo de ponerme a prueba y a creerme un poco más que soy capaz de enfrentarme a mis demonios y combatirlos. En definitiva, a mirar hacia delante y pensar que algún día podré ganarme la vida en algo que realmente me apasiona.
Soy consciente de cuánto me queda por aprender, de los enormes obstáculos que me quedan por sortear en un viaje que será tortuoso y a veces caótico, pero si algo tiene el caos es que es justo y estoy seguro de que al final merecerá la pena. Y aunque no tenga pinta de tener un plan, no pienses que soy como un perro corriendo detrás de los coches, pero tampoco intento controlarlo todo. Simplemente intento no entrar en pánico, a pesar de que no siempre vaya todo según lo previsto.
De momento he dado el primer paso de un camino que espero que me depare muchas alegrías. He ampliado mis fronteras y encontrado gente absolutamente enriquecedora al otro lado.
Y desde luego que tengo miedo, yo no conozco el futuro, no he venido para decirte cómo acabará todo esto. Al contrario, he venido a decirte cómo va a comenzar. Voy a terminar esta entrada y luego voy a tratar de aprender lo que muchos como Field o McKee han querido que vea (pero sin hacerles demasiado caso). Aprenderé a construir un mundo con reglas (de estructura) pero sin límites ni fronteras. Un mundo donde cualquier cosa sea posible. Lo que haga después, es una decisión que dejaré en manos de las productoras (y editoriales).
Ahora solo queda seguir caminando, escribiendo y aprendiendo. Esto es un regreso (aunque no tan periódico como antes, para bien o para mal), para relatar las aventuras que me depare el futuro entre cuento y cuento. Espero ser capaz de apoyar mis palabras con algo más que un plato de pastel…
Una reflexión de Fernando D. Umpiérrez
Banda Sonora Opcional: Johnny B. Goode – Chuck Berry
- Categoría: Cuaderno de Bitácora
- Etiqueta: Caminos, Cine, escritura, guiones, superación
Publicado por Fernando D. Umpiérrez
Guionista, escritor, superviviente y tan biólogo como médico el Gran Wyoming. Un soñador empedernido encerrado en el cuerpo de un pragmático redomado. Observador impasible de realidades alternativas. Ahora sobrevivo como guionista de fortuna. Si buscas alguna historia y no la encuentras, quizás puedas contratarme...