El último rollo

Siguiente entrega de la antología «Esto lo contamos entre todos», que surgió como una manera de dar voz al subconsciente de todos aquellos que, durante la cuarentena que comenzó el 15 de marzo de 2020, se prestaron a participar en este experimento.

El resultado de ese esfuerzo fue un compendio de cuarenta y cuatro variopintos relatos de diversos géneros —desde comedia o drama, hasta ciencia ficción, realismo mágico o terror—, que crecían y se imbricaban poco a poco, conectándose entre sí para formar un universo complejo y orgánico en torno a los conceptos de pandemia, cuarentena y encierro en sus sentidos más amplios, pero con la suficiente entidad propia como para ser intemporales.

 

Otro nuevo reto en forma de comienzo obligatorio. La premisa propuesta por @alexclon en esta ocasión era de empezar la historia con la frase: «Era el último paquete de papel higiénico. Yo le miré, él me miró y…».

Aquella psicosis por acumular papel higiénico fue el comienzo del fin, y puede que uno de los mejores y más surrealistas retratos de nuestra sociedad…

Y esto fue lo que salió. ¿Quieres saber cómo termina?

El último rollo

Era el último paquete de papel higiénico. Yo le miré, él me miró y la conexión fue inmediata. Me sentía un privilegiado por poder contemplar aquel extraño objeto de deseo.

Deliciosas formas imbricadas se intuían, como repujadas, a través del plástico protector. Siempre me pareció increíble que una obra tan sencilla, pero a la vez cargada de simbolismo, hubiese salido de la mente de un ser humano. Simplemente increíble.

Una señora mayor rompió el «stendhalazo» al colocarse junto a mí, ajustándose las gafas para ver mejor la etiqueta. Sé que estaba mal, lo sé, pero no pude evitar dar un paso hacia delante, dejándole bien claro quién llevaba más tiempo allí. Observando el papel, se sobreentiende.

Intenté volver a concentrarme en sus contornos, imaginando la esponjosidad del interior, la delicadeza de sus capas, desde los detalles más pequeños a la magnificencia de todo el conjunto. Y, cuando la visión holística de aquella obra se mostró de nuevo ante mí, suspiré de pura satisfacción.

La señora dio otro paso, colocándose a mi altura, como si se creyese mejor que yo solo por tener más años. El destello de la justicia divina de aquella enfermedad me golpeó un segundo la consciencia, haciéndome sentir avergonzado de inmediato. Ningún jurado me hubiese condenado, desde luego, sobre todo en mi situación y con el bálsamo del tiempo poniéndolo todo en perspectiva. Sin embargo, el acceso de culpa frenó mis pasos, colocándome, casi sin pensarlo, en un segundo plano. Daba igual, desde aquella nueva posición tenía un ángulo de visión privilegiado.

Además, la señora no podía alcanzarlo y aún quedaban algunos minutos para que cerrasen. El ansiado paquete de papel higiénico no iba a marcharse a ningún sitio, al menos de momento.

Un tipo vestido de uniforme apareció al otro lado del pasillo, caminando con los brazos cruzados a su espalda y mirando alrededor como si todo aquello fuese suyo, o como si todas y cada una de las personas que deambulaban por la estancia fuesen criminales en potencia.

—Disculpe, joven, ¿puede leerme lo que pone ahí? Mi vista ya no es lo que era.

Sin saber muy bien cómo, la anciana se había acercado sigilosamente y tironeaba con insistencia de la manga de mi americana de pana.

—¡Cinco minutos para el cierre, por favor vayan terminando! —dijo el vigilante, más alto de lo que procedía en aquel magnífico recinto.

Resignado a no recuperar el momento mágico que había estado a punto de rozar con la yema de los dedos, me acerqué a la cartela, ajustándome las gafas, y le di el gusto a la anciana.

«El último rollo de papel»
Celulosa sobre cartón. (Réplica a partir de original)
Año 2075.

Un relato de Fernando D. Umpiérrez

A partir de la premisa de @alexclon:
«Era el último paquete de papel higiénico. Yo le miré, él me miró y…».

Banda Sonora Opcional: Genesis – Justice

«Esto lo contamos entre todos». © Todos los derechos reservados.

Publicado por Fernando D. Umpiérrez

Guionista, escritor, superviviente y tan biólogo como médico el Gran Wyoming. Un soñador empedernido encerrado en el cuerpo de un pragmático redomado. Observador impasible de realidades alternativas. Ahora sobrevivo como guionista de fortuna. Si buscas alguna historia y no la encuentras, quizás puedas contratarme...