Buen viaje, señor Chris Cornell
Recuerdo vivamente los días de verano, los más especiales que puede tener un adolescente. Aquel último día de exámenes que anunciaba el comienzo de la libertad por tiempo limitado. A veces duraba un suspiro porque las cosas no habían ido como esperaba. Otras se prolongaban hasta el comienzo del nuevo curso.
En esos días, año tras año, tenía un ritual. Al salir del último examen me ponía los auriculares y me alejaba lentamente, sin hablar con nadie, en un limbo de estados encontrados, hasta que los primeros acordes del My wave de Soundgarden me recordaban que no debía de preocuparme por absolutamente nada. El verano era real y tomaba forma de sonrisa, mientras el mundo desaparecía a mi alrededor.
Es uno de los recuerdos más vivos que tengo, junto a las tardes con mi amigo Jesús escuchando el Dirt de Alice in Chains.
Hoy, ese recuerdo ha muerto un poco con el fallecimiento de su artífice, Chris Cornell, a los 52 años. Y como ya ocurrió con Layne Staley en su momento, ha sido demoledor.
Dicen que empiezas a sentirte mayor cuando tus ídolos comienzan a desaparecer pero, ¿qué pasa cuando lo hacen todos demasiado pronto?
Resulta paradójico que un estilo tan oscuro y depresivo como el grunge sea sinónimo de paz, pero no puedo mirarlo de otro modo. Recuerdos de días más sencillos, de cálidos veranos en los que pensábamos que nos comeríamos el mundo aunque fingiésemos que todo nos daba lo mismo. Pero nos dimos cuenta tarde de que era al mundo al que le importábamos un carajo.
Somos una anomalía temporal. Una generación despojada de futuro, viviendo en un pasado que se desvanece entre los dedos, como granos de una arena demasiado blanca, mientras el peso del presente hunde nuestros pasos.
Tal vez seamos una generación de antiguos soñadores que se ha vuelto cínica antes de tiempo. Tal vez simplemente nos anclamos al pasado para poder sobrellevar una realidad descarnadamente cruda.
Hoy se ha perdido otro naipe de este precario castillo sobre el que hacemos malabares, y ya van unos cuantos. Hoy hemos perdido a otro referente. Hoy, muchos sentimos que cada vez menos remaches sujetan la cadena de nuestra esperanza.
Buen viaje, señor Chris Cornell. Le echaremos de menos.
Una reflexión de Fernando D. Umpiérrez
Banda Sonora Opcional: My wave – Soundgarden