Ave Fénix
CÁNCER.
La pequeña sala se quedó congelada por un instante que parecieron años y cada una de esas letras se le clavó en el estómago, como la estocada de un traidor, parando su corazón en cada embate.
— ¿Te encuentras bien? — dijo el médico —. Sé que es una noticia difícil de digerir, pero a la luz de las pruebas realizadas creo que lo mejor es comenzar lo antes posible con el tratamiento.
Las palabras se disolvían en una nebulosa sin sentido, ¿cómo podía estar bien? Su cuerpo le daba la espalda para golpearla en el mismo centro de la maldición de Eva, como si considerase que ya no era de por sí suficiente maldición. Había llevado una vida sana y activa, había seguido paso a paso, todos los consejos de cualquier manual al uso sobre cómo salir en el programa matinal de cualquier televisión local, delante de un pastel con cien candelas. Y, sin embargo, allí estaba tras haber soplado menos de la mitad, enfrentándose a la bancarrota de cualquier fabricante de velas que hubiese decidido invertir en su persona.
— Creo que lo hemos cogido a tiempo, lo mejor es empezar cuanto antes. Esperanza, la ciencia avanza muy rápido hoy en día. Todo es cuestión de firmeza, luchar, alargar el proceso, combatir.
Las frases le llegaban desordenadas, traídas por un viento frío y aséptico, con bata blanca, cara amable y manos firmes. Una eterna expresión que decía — Sé que es grave y lo vamos a combatir con todas nuestras armas pero, por favor, no mates al mensajero —. Nada de todo esto tenía sentido ¿por qué ahora, por qué ella? Seguramente, el amable doctor tendría algún folleto en su cajón con esas preguntas sobreimpresas en la parte delantera. Seguramente, dentro no habría respuesta para ninguna de sus preguntas.
— De acuerdo, entonces. En cuanto lleguen las pruebas definitivas de la biopsia, marcaremos una fecha para comenzar con el tratamiento y veremos cómo vas evolucionando ¿Te parece bien?
No, no le parecía.
Estar pegada a una máquina que fuese consumiendo poco a poco su alegría, no era como tenía pensado terminar los días que le quedasen. Su vida se había escrito en párrafos demasiado bellos y complejos como para emborronar los últimos con una salida fácil. Lucharía, sí, pero a su manera.
[pullquote]Su vida se había escrito en párrafos demasiado bellos y complejos como para emborronar los últimos con una salida fácil. Lucharía, sí, pero a su manera.[/pullquote]Salió de la consulta con paso decidido y una meta en la distancia. Sabía que tenía que cortar los lazos con el entorno, cambiar los hábitos, ejercitar la mente, aislarse de todo aquello que pudiese hacerle daño. Del mundo entero si era preciso. Y luchar. Luchar con toda el alma. Ya había tenido que ver cómo se apagaba la mirada de la más fiel de sus amigas en la fría mesa de un hospital veterinario, y no quería tener que aguantar sus ronroneos mimosos antes de tiempo.
Su mayor miedo no era a la muerte, sino a la repercusión que su determinación tendría en sus amigos y familia. Muchos no lo comprenderían, muchos lo entenderían como abandono y albergarían resentimiento e incomprensión. Y ella lo respetaría con paciencia. No los culparía por ello. Pero sabía que necesitaba renacer de un mundo de cenizas convertida en Ave Fénix. Y necesitaba hacerlo sola. Con esa certeza se puso el mundo por montera, decidida a escribir el último episodio de su historia.
Seis meses después, suena el teléfono de una mesilla desordenada y una mano somnolienta busca a tientas el infame artilugio de tortura. Es demasiado temprano.
— Buenos días. Disculpa que te moleste tan pronto, pero quería que lo supieses cuanto antes. Acabo de recibir los resultados de tus últimas pruebas. No estoy seguro de cómo interpretarlos, pero de lo que sí estoy seguro es que el tumor se ha reducido sorprendentemente. La semana que viene discutiremos el siguiente paso, pero ante todo, Felicidades.
Un suspiro como única respuesta. Un peso que se eleva hacia el espacio tirando de la comisura de sus labios. Una partida ganada, una vida que aún tardaría tiempo en dejar de ser escrita.
Un relato de Fernando D. Umpiérrez
Banda Sonora Opcional: Samson – Regina Spektor