Serie «Inspiraciones mutuas», una breve aclaración
Si bien es cierto que una imagen puede valer más que mil palabras, si se elige sabiamente, las palabras adecuadas pueden llegar a evocar diez mil imágenes. Por ello no soy demasiado amigo de esa exclusión de conceptos, ya que, juntas, creo que imágenes y letras (y música, y escultura, y un interminable etcétera), pueden llegar a convertirse en mucho más que la suma de sus partes.
Siempre me ha gustado la idea de mezclar artes diversas, de explorar nuevas posibilidades, en un afán por romper esa barrera, por desgracia natural, que se suele levantar entre los artistas. Esos muros, alimentados por el ego, muchas veces impiden ver más allá de individualismos, sin ser conscientes de que de la colaboración entre diferentes individualidades pueden nacer cosas muy hermosas.
Ya he jugueteado con este concepto anteriormente, gracias, entre otros a mi amiga Jen del Pozo, con la que tuve la oportunidad de colaborar, mediante un texto descriptivo, en un precioso montaje basado en sus fantásticas ilustraciones, que era en sí mismo una oda a ese motor para la creatividad que es la colaboración multidisciplinar.
Y como me encanta meterme en berenjenales, esta vez le he pedido a otro gran amigo, Javier Martín, una de sus fotografías para inspirarme (puedes ver esta y otras espectaculares imágenes suyas en su cuenta de Instagram). Como se observa más arriba, en este caso es una imagen en blanco y negro, de un hombre arrastrando un pesado piano por un carril-bici, a partir de la cual he tratado de construir una historia sencilla, de esas que todos nos imaginamos cuando nos cruzamos con ciertos personajes. He aquí el resultado, espero que les guste.
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