Ilusiones preferentes. Primera parte. (1/2)
Tengo algo entre los dientes, lo sé. No consigo notarlo con la lengua, pero seguro que tengo algo entre los dientes. Si no, ¿por qué la nueva secretaria me iba a mirar con esa cara de asco? Joder, dónde coño estás maldito hijo de-
—Ha llegado su visita de las cinco, señor Bielsa—. Casi se me sale el corazón por la boca al ver la diminuta proyección virtual de mi secretaria, de pie sobre la mesa.
—Gracias, preciosa. Hazle pasar. Y te he dicho que me llames Juanmi, ya sabes, para que haya buen rollo.
—En seguida le paso, señor.
—Otra cosita, querida. ¿Te importa traerme un holoespejo?
—Ahora mismo, señor.
A esta chica le queda mucho por aprender si quiere llegar a ser más que una simple secretaria. Menos mal que no la ha cagado de momento, porque con ese carácter que tiene y lo poco arregladita que va, no sé cómo pasó las entrevistas. La anterior por lo menos tenía un buen par de tetas.