Aikido. Fuerza y armonía

El horizonte se torna difuso cuando los ojos se impregnan por las gotas de sudor que perlan su frente y emborronan su mirada.

Las rodillas crepitan, como troncos en la chimenea de una casa durante el invierno, y se quejan por un esfuerzo no buscado, mientras nota cómo manchas púrpuras de sufrimiento tiñen la piel de muslos y muñecas.

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